Marek Holecek y Míra Dub, aventura y primera ascensión en la Antártida
La cordada checa necesitó 33 horas en tierra firme y una nariz sangrante para ascender en estilo alpino el Monte Pizduch (1.000 m) a través de Bloody nose (850 m, ED+, M4, WI5+, 95º) y recorrer la arista completa de cuatro picos.
Marek Holecek lleva unos meses gloriosos, en que uno tras otro va tachando viejos proyectos y sueños. Lo demostró el pasado verano, cuando completó una nueva ruta a la cara suroeste del Gasherbrum I. que llevaba ocho años y cinco expediciones intentando y en la que había sufrido tragedias y muchos momentos al límite de la supervivencia.
Sin llegar a ese extremo, el alpinista checo ha realizado ahora otro viejo sueño en la Antártida, junto con su amigo Míra Dub. Un sueño que databa de su primer viaje al continente helado, allá por 2014. En aquel entonces realizó la primera ascensión del Monte Samila y vislumbró la atractiva figura del Monte Wheat y sus cuatro cimas, en la isla Winkle. El mal tiempo no le permitió ni tan siquiera pensar en escalarlo, pero su mente ya lo había colocado en el cajón destinado a las tareas pendientes. Y Marek Holecek no es de los que olvidan fácilmente lo que colocan en ese cajón.
La nueva oportunidad llegó este verano austral. El 27 de diciembre, partió con unos cuantos amigos desde Ushuaia en un bote de 17 metros de eslora con destino a la Antártida, cruzando el tormentoso paso de Drake y sorteando el hielo flotante desprendido de la península Antártica El 5 de enero llegaban a su destino y anclaban en la bahía de Puerto Lockroy.
Sin pérdida de tiempo
Marek Holecek y Míra Dub no quisieron perder tiempo y, ante las condiciones meteorológicas favorables, el mediodía siguiente pisaban tierra firme. En algo menos de dos horas se plantaban a los pies de la pared sobre sus esquís, y hacia las 14:30 horas ya ascendían los primeros metros de la empinada pendiente de nieve.
La línea que pretendían asciende inicialmente un couloir helado sobre el macizo de roca granítica, que se va empinando a medida que gana metros hasta tornarse completamente vertical cerca de la cima. Desde abajo, Marek Holecek estaba preocupado por las prominentes cornisas que se divisaban en la parte más alta, aunque ya habría tiempo más adelante para pensar en cómo superarlas... si es que no se les caían encima mientras subían por el couloir.
Dificultades crecietes
Con las horas y la altura, las dificultades de la ascensión fueron en aumento. La llegada del sol a la pared a media tarde añadió salsa al asunto, desencadenando pequeñas avalanchas y desprendimientos de hielo y piedras que bombardearon a los alpinistas. Míra Dub recibió el impacto de uno de dichos proyectile , que le provocó una herida sangrante en la nariz, aunque no fue suficiente para ponerlo fuera de combate.
A las 23:00 horas, alcanzaron las secciones verticales. Marek Holecek tuvo que arriesgar escalando un largo de 30 metros verticales sin tornillos de hielo y colocando solamente un par de seguros por el camino. Mucha tensión para resolver ese tramo de escalada mixta sobre granito quebradizo y nieve no consolidada.
Así las cosas, llegaron ante la temida cornisa, si salida aparente. Marek Holecek se aventuró por el punto que parecía menos desplomado y escaló la nieve de textura algodonosa que a ratos amenazaba con no sustentar sus piolets ni sus crampones.A las 2:00 horas de la madrugada alcanzaban la cima del pico sin nombre que bautizaron como Monte Pizduch, mientras que a la ruta le pusieron Bloody nose (850 m, ED+, M4, WI5+, 95º).
El descenso no fue nada fácil. De hecho, para encontrar una línea segura tuvieron que recorrer toda la arista y pasar por las cuatro cimas. Al final, su aventura tuvo final feliz y 33 horas más tarde volvían a embarcarse en el bote con sus amigos.